A dos pasos del establo, un granjero de Dordoña, en el suroeste de Francia, llena el motor de su tractor con metano extraÃdo de excrementos de sus vacas, una manera de reducir las emisiones nocivas de la agricultura sin renunciar a criar animales
Desde su creación en 1926, la explotación de la familia Guérin vivió varios cambios respecto a lo que era la histórica granja con casa de piedra. El establo de las vacas está ampliamente automatizada.
Este combustible abastece a todos los coches de la explotación y a un nuevo tractor, el primero en funcionar con bioGNV, puesto a la venta desde el año pasado por el fabricante Ãtalo-estadounidense New Holland.
Bertrand Guérin, de 59 años, espera que, a futuro próximo, el camión de la empresa recolector de leche también llene su tanque en la estación de la granja. Igual que los holandeses y británicos que visitan la región, mejor equipados que los franceses en vehÃculos que funcionan a gas.
La estación lleva la marca Biogaz de Francia, creada por la Asociación de Agricultores Metanistas de Francia (AAMF), de la que Bertrand Guérin es vicepresidente.
Los tanques convierten el estiércol en gas, y recientemente se instaló una estación de servicio, con su bomba y su terminal de pago con tarjeta de crédito. De la manguera no sale diésel, sino bioGNV (biogás natural para vehÃculos), más barato y menos contaminante, es producido directamente en la granja rodeada de nogales
El estiércol y la orina de las vacas caen en un pozo y son bombeadas hasta el metanizador de la explotación.
La paja también es transportada regularmente a esta máquina para que, según el ganadero, no haya tiempo libre de que libere metano.
Casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura francesa se deben al metano, ya sea que las vacas lo eructen o bien se desprenda de su estiércol.
FUENTE: DIARIO GESTIÓN