El sector bananero de Costa Rica lleva más de un siglo impulsando el desarrollo económico y social, especialmente en la región Caribe de Costa Rica.
Sin embargo, en los últimos meses, ha sido objeto de una serie de reportajes internacionales que, lamentablemente, han presentado una visión distorsionada de nuestra industria. Si bien valoramos el rol del periodismo en la fiscalización y el debate público, es fundamental que este se base en hechos verificables, fuentes contrastadas y un compromiso con la verdad.

Este año se han publicado varias informaciones nacionales e internacionales, que abordan la producción bananera costarricense con afirmaciones que no reflejan la realidad del sector.
Entre los puntos más preocupantes, se afirmó que el banano nacional cumple con los límites máximos de residuos (LMR) en Europa únicamente por el tiempo de traslado. Dicha afirmación fue desmentida con un estudio independiente que analizó 273 moléculas de plaguicidas desde la cosecha hasta distintos puntos del transporte, sin detectar residuos en ningún caso. Tal estudio fue realizado por un laboratorio externo a Corbana, lo que garantiza su objetividad. Es importante destacar que nunca un banano costarricense ha sido rechazado en su destino por sobrepasar los límites máximos de residuos de plaguicidas.
En una de estas notas se indicó que el 80% de la producción costarricense está en manos de empresas transnacionales, cuando lo cierto es que el 47% pertenece a productores nacionales. Antes de esta publicación, Corbana ofreció información estadística verificable que, sin embargo, fue omitida por los medios.

También notamos una tendencia creciente en ciertos medios europeos a cuestionar la producción agrícola costarricense sin un análisis riguroso. Estas críticas parecen alinearse con intereses ideológicos o económicos que buscan establecer barreras no arancelarias disfrazadas de inquietudes ambientales o sanitarias. Tales prácticas, aunque indirectas, pueden favorecer a productores de otras regiones al debilitar la posición competitiva de Costa Rica en el mercado internacional.
Igualmente, preocupa que algunas publicaciones académicas nacionales, como las del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET), hayan sido utilizadas como base para estas narrativas, a pesar de que Corbana ha señalado inconsistencias metodológicas en sus estudios, entre ellas, ausencia de grupos de control, uso de laboratorios no acreditados, y parámetros toxicológicos desactualizados.
El sector bananero costarricense opera bajo estrictos estándares internacionales. El 100% de la producción está certificada por esquemas como Global GAP, Rainforest Alliance y Smeta. Se recicla la totalidad del plástico utilizado y se protegen más de 14.500 hectáreas de bosque. Además, se realizan más de 85 auditorías anuales para garantizar el cumplimiento de dichos estándares.
Costa Rica ha demostrado su compromiso con una producción bananera responsable, sostenible y transparente. Hacemos un llamado a los medios internacionales y académicos y a los actores comerciales para que el debate sobre el comercio agrícola se base en evidencia científica, diálogo abierto y respeto mutuo. Solo así podremos construir relaciones comerciales justas y sostenibles para todos.
Por: Marcial Chaverri, gerente general de la Corporación Bananera Nacional (Corbana).