Si el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cumple su promesa de deportar a millones de migrantes indocumentados, la industria procesadora de carne del país podría enfrentar una grave crisis por la falta de mano de obra.
Según datos de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE. UU., cerca de la mitad de los trabajadores de este sector son originarios de otros países, lo que posiciona a esta fuerza laboral como una de las más vulnerables a las políticas migratorias anunciadas.
La deportación de hasta 11 millones de personas que incluiría un gran porcentaje de trabajadores indocumentados del sector– podría desestabilizar la economía de estados donde el procesamiento de cárnicos es crucial.
Las consecuencias incluirían cierres masivos de plantas y empacadoras, interrupciones en la cadena de suministro alimenticia y un alza desmedida en los precios de proteínas animales, que ya se encuentran elevados.
Los productores pecuarios enfrentarían pérdidas económicas, ya que la falta de personal para procesar su ganado limitaría su capacidad de vender o cuidar a los animales.
La economista Jada Thompson, de la Universidad de Arkansas, afirmó que las deportaciones masivas afectarían a todo el sector pecuario y a la población en general. Añadió que, aunque los precios de las proteínas alcanzarían niveles récord, los productores no se beneficiarían significativamente debido a los costos asociados a la gestión del exceso de sus hatos y las interrupciones en la producción.
Michael Feltman, abogado especialista en migración en Cimarron, Kansas, advirtió que muchas ciudades pequeñas, dependientes de la industria empacadora, podrían convertirse en «pueblos fantasmas» si los migrantes desaparecieran de un día para otro, por lo que consideró que la supervivencia de estas comunidades estaría en grave riesgo.
La planta empacadora de JBS en Greeley, Colorado, también ilustra la posible magnitud del impacto, ya que sus instalaciones emplean al 4% de la población local y, según su sindicato, la mayoría de los empleados están bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) –que anteriormente Donald Trump intentó eliminar.
La deportación de estos trabajadores podría paralizar la producción y afectar a toda la economía regional. Y sin alternativas claras para reemplazar a la fuerza laboral migrante, la industria cárnica se encuentra ante una posible crisis que impactaría no solo a los trabajadores y empresarios, sino también a los consumidores finales.
FUENTE: AVICULTURA MX