Los datos que maneja la Red Ecuatoriana de Tenderos (RET) refieren que hay aproximadamente 120 mil locales dedicados a esa actividad en el país. El presidente de esa asociación, Guido Varela, afirma que la situación crítica en la actualidad debido a los apagones y otros factores como la inseguridad y la competencia desleal de otros negocios similares más grandes en los vecindarios.
Todo se complicó más cuando el Gobierno de Daniel Noboa anunció cortes de luz de hasta 10 horas a partir del 9 de Octubre, por la crisis en Mazar. La medida fue tomada ante los niveles bajos que tiene el embalse, para evitar un colapso en el sistema eléctrico nacional.
Para Varela, en algunos locales se dañan los productos perecibles como carnes, bebidas, embutidos o lácteos porque no hay refrigeración. No todos quienes se dedican a esta actividad pueden contar con un generador de electricidad. Los que pueden hacerlo tienen un gasto adicional que implican costos operativos de mantenimiento de la máquina y combustible.
A esto se suma que no hay iluminación en horas de la noche y en las tiendas pueden darse asaltos o robos. «Nos toca cerrar más temprano (…) De por sí estamos viviendo una ola de inseguridad, pues los apagones limitan el tiempo en que podemos estar abiertos para atender a nuestros clientes». En Guayaquil ya no cierran a las 22:00 como lo hacían antes en muchos vecindarios. Ahora lo hacen mucho más temprano.
También afecta que, muchas veces, los distribuidores no puedan llegar a tiempo y eso puede demorar en la entrega de los productos. Además, los negocios no se encuentran surtidos. Ante ese escenario, RET ha reportado que algunas tiendas han cerrado y sus propietarios venden las vitrinas, muebles, frigoríficos, estanterías, etc. «Estamos trabajando dándoles algunas sugerencias para tratar de mitigar el impacto de lo que estamos viviendo».
En los barrios del país hay aproximadamente 120 mil tiendas de abarrotes. Generalmente, una familia subsiste y vive de lo que produce un local comercial de estas características.
Lo que se hace ahora es adquirir alimentos perecibles de forma limitada para que no se dañen. Así lo hace Patricio Caizaluisa, cuyo negocio se ubica en el barrio La Vicentina frente al parque Navarro.
Sus ventas han disminuido un 30%. Antes gastaba un promedio de USD 30 semanales en la adquisición de carnes, embutidos o lácteos. Ahora solo gasta la mitad para que no se dañen. «Todo vendemos y también consumimos en nuestra familia». No se han dañado los aparatos de Caizaluisa, pero siempre está pendiente de desenchufarlos antes de los cortes para que no se dañen. Cuenta que la gente no sale de las casas, en las noches, por temor a la delincuencia ya que no hay iluminación. Por eso tiene menos clientes.
Jonathan Peñaloza tiene una tienda en la Loma de Puengasí y tiene los mismos problemas. A las 12:00 de hoy, miércoles 9 de octubre de 2024, las refrigeradoras de su tienda estaban apagadas. En su zona se reportan tres cortes de luz al día. «Sin luz no se puede mover la economía nuestras ventas bajaron un 50%».
FUENTE ECUAVISA