En la comunidad costera de El Manzano, en el sur de Chile, los pescadores artesanales están en la primera lÃnea de la crisis climática. De las 400 personas que viven en este pintoresco pueblo, la mayorÃa depende de la pesca en pequeña escala o de la recogida de mariscos y algas para ganarse la vida.
Pero los drásticos cambios medioambientales están obligando a los pescadores artesanales y a los pequeños acuicultores a lo largo de los 6 400 kilómetros de costa del paÃs a modificar o complementar sus actividades, ya que la disponibilidad y la abundancia de especies se ven menoscabadas.
“Estamos observando cambios que nunca antes habÃamos visto: lluvias excesivas, fenómenos inexplicablesâ€, dice el Sr. Alejandro Naiman, pescador de merluza y lÃder comunitario en El Manzano.
La pesca es uno de los principales sectores agrÃcolas de Chile. Las capturas totales del paÃs procedentes de la pesca y la acuicultura alcanzaron unos 3,4 millones de toneladas en 2019 y más de 200 000 personas dependen directa o indirectamente de este sector para su empleo.
Alejandro dice que él y otros pescadores artesanales se vieron obligados a poner a prueba sus aptitudes en la pesca de mejillones ante el descenso observado en el número de merluzas, uno de los peces más populares de Chile.
Tal vez no sea sorprendente, ya que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas afirma que las zonas costeras del paÃs están experimentando un aumento de las temperaturas, una disminución de las lluvias, un incremento del nivel del mar, la acidificación de los mares y unos fenómenos meteorológicos más frecuentes y extremos.
“Esos cambios amenazan el futuro de la pesca y la acuicultura en Chile porque afectan al crecimiento y la reproducción de los organismos acuáticos y, en última instancia, a la abundancia y distribución de los recursos marinosâ€, afirma el Sr. José Aguilar-Manjarrez, Oficial de acuicultura de la FAO en Chile.
Desde que Chile ratificó el Acuerdo de ParÃs en 2017, el Gobierno trata de reducir las emisiones y mejorar la capacidad de adaptación del paÃs al cambio climático.
La FAO y Chile elaboraron de forma conjunta una iniciativa especÃfica para ayudar al paÃs a agilizar sus procesos gubernamentales en lo que atañe a este sector, al tiempo que se impartÃa capacitación a comunidades y pescadores artesanales para mejorar su capacidad de respuesta al cambio climático y diversificar sus actividades.
Con la financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), la FAO y la SubsecretarÃa de Pesca y Acuicultura y el Ministerio del Medio Ambiente de Chile, llevaron a cabo un proyecto, titulado “Fortalecimiento de la capacidad de adaptación al cambio climático en el sector de la pesca y la acuiculturaâ€, en el perÃodo comprendido entre 2017 y 2021, para ayudar a reducir la vulnerabilidad de cuatro ensenadas y sus comunidades.
“QuerÃamos preparar mejor a los pescadores artesanales y a los pequeños acuicultores a fin de brindarles otras oportunidades de trabajo en caso de que se encontraran en dificultades debido al cambio climáticoâ€, explica el Sr. Aguilar-Manjarrez, que supervisó el proyecto para la FAO.
Más de 140 participantes —hombres y mujeres representados por igual— de las ensenadas de Riquelme, Tongoy, Coliumo y El Manzano-Hualaihué tomaron parte en el proyecto piloto, que comprendÃa iniciativas de capacitación para las comunidades costeras y talleres escolares. También participaron en el programa más de 400 funcionarios públicos, expertos nacionales y responsables de la adopción de decisiones comunitarios.
El Sr. Alessandro Lovatelli, el Oficial de acuicultura de la FAO que emprendió el proyecto sobre el cambio climático, aduce que esta iniciativa demostró la necesidad de flexibilidad por parte del Gobierno y de los pescadores: cuando el atún apareció en regiones del sur como Los Lagos, por ejemplo, los pescadores afectados por la disminución de las poblaciones de peces no pudieron capturar esta especie porque ello no estaba autorizado en su región.
“Para que sobrevivan estas comunidades, se requiere una mayor flexibilidadâ€, señala el Sr. Lovatelli. “Hemos formado a pescadores artesanales en fuentes de ingresos alternativas, como la acuicultura en pequeña escala, y hemos tratado de promover el consumo de productos alimenticios marinos. Hay un enorme potencial para criar especies adecuadas si se proporciona la tecnologÃa necesaria y se enseña a las personas el modo de hacerloâ€.
El Sr. Luis Valdés, un buceador recolector de mariscos en Riquelme, en la costa del extremo norte de Chile, afirma haber adquirido nuevas habilidades en el marco del proyecto de la FAO. Gracias a los datos medioambientales recopilados a través de dispositivos portátiles, ahora está mejor equipado para medir los niveles de salinidad y de oxÃgeno en el agua y estimar la productividad.
“La captura de pulpos y la pesca están estrechamente relacionadas con los cambios de oxÃgeno y temperatura. Por ejemplo, a 14 °C los peces emigran, pero a 18 °C tenemos una temperatura óptima para nuestro trabajoâ€, dice. “También hemos realizado proyectos piloto con algas para ver si podÃan producirse en ese lugarâ€.
“Las personas hablan del cambio climático; nosotros lo vivimos cada dÃaâ€, dice el Sr. Juan Torrejón, responsable de la asociación local de acuicultura de Tongoy. “Gracias al apoyo de la FAO, tenemos una propuesta para establecer una planta de elaboración, de modo que nuestros asociados y nuestra cooperativa no sean meramente pescadores individuales, sino que también puedan ofrecer productosâ€.
Los pescadores también adquirieron conocimientos sobre el modo de valorar y promover los activos naturales y el patrimonio cultural de su región para complementar sus recursos marinos a través del turismo.
El Sr. MatÃas Torres, un pescador de Coliumo, obtuvo nuevas ideas para fomentar el turismo sostenible. “Coliumo ofrece algo más que pesca. Hay actividades de buceo, rutas naturales, senderismo y productos gastronómicos con identidad local. Todas estas actividades permiten a los habitantes de Coliumo disponer de alternativas para adaptarse mejor a los efectos del cambio climáticoâ€.
Con tanta costa en Chile, la pesca artesanal y la acuicultura en pequeña escala no tienen más remedio que adaptarse al cambio climático y a la situación actual, pero si los recursos marinos esenciales dejan de existir, ¿qué sucede?
Es una pregunta para la comunidad mundial, no solo para la población de Chile.
TEXTO Y FOTOS: FAO