Una de las tradiciones que me encanta de mi país, es la colada morada, que se hace y se la disfruta para finados. Esta costumbre viene del culto a los muertos que rendían nuestros antepasados indígenas y que se mantiene latente en el alma de los ecuatorianos.
Dice la leyenda que los pueblos originarios de nuestro Ecuador, tenían pleno convencimiento de que había una vida después de la muerte y, que por tanto, había que honrar a las personas cuando estaban entre los demás mortales, al igual que cuando su cuerpo se entumecía, porque el alma iba a las regiones de luz y gloria. Pero ellos creían que en la vida del más allá, las personas también sentían necesidades y, por ello, los enterraban con sus objetos favoritos y, en el día del Recuerdo de los Muertos, creían que sus espíritus regresaban para visitarlos y por tanto, había que agasajarlos con comida, flores y música.
La leyenda cuenta que cuando llegaron los españoles por estas tierras, ya encontraron que, en homenaje a los muertos, cada familia tenía la costumbre de beber una deliciosa chicha hecha de maíz negro, perfumada con hierbas del campo y enriquecida con frutas silvestres, la misma que era convidada entre familiares y vecinos que asistían a las comidas de muertos.
Fue fácil unir la tradición indígena de respeto a los muertos con la creencia cristiana de la vida eterna, donde las almas gozan de la gloria de Dios. Por ello, desde entonces, de México hacia el Sur, el Día de Difuntos o Día de los Muertos, se celebra con alegría, haciendo altares con comida, flores, fotografías de los queridos muertos; acudiendo las tumbas con música, flores y comida; visitando a los familiares vestidos de seres del más allá y compartiendo alegrías y potajes especiales, como nuestra colada morada.
Aquí, en nuestra patria, en la provincia de Santa Elena, para el 1º de Noviembre se celebra a los muertos chiquitos, pues es el Día de Todos los Santos, y ellos lo son. Los niños se disfrazan de ángeles y piden pan de casa en casa, donde se los brindan junto con la colada morada y otras golosinas.
La preparación de la colada morada es un ritual que hay que tratar de seguirlo al pie de la letra par que sepa realmente como manjar de dioses. Esta tradición se la sigue en todo el Ecuador, aunque –según la región- tiene sus variantes y sofisticaciones y el toque especial que le da cada familia. Es costumbre intercambiar coladas moradas entre vecinos, amigos y familiares para degustar y comparar cuánto amor se ha puesto en la elaboración. Así, el Día de Difuntos, se convierte en el Día de la Amistad y la alegría de la esperanza de vernos reunidos algún día, más allá, en el cielo.
Trataré de explicarles el proceso de la tradición de colada morada de mi familia, ahora con un toque de la que hace mi hermana Beatriz que ha vivido muchos años en Quito. De la receta de mi abuelita, la colada se perfuma con naranjillas, piña, ciruelas maduras, mamey Cartagena; de la receta de Beatriz, se adiciona mortiño y moras.
La colada morada es de maíz negro, una variedad muy especial que, una vez que se cosecha, se seca al sol y se muele: el resultado, una harina color morado, de un delicioso y sutil olor. El día anterior a la preparación, se cierne la harina dos veces y luego se la deja remojando en agua, para que así se fermente un poquitín.
Al día siguiente, se pone a hervir en una olla de agua con un ladrillo de panela, las especies de olor (canela, pimienta de olor, clavo de olor, anís estrellado, ishpingo).Cuando ha hervido unos 20 minutos, se le agrega las hierbas (hierba luisa, hoja de naranja, arrayán, ataco, cedrón). Luego de unos 10 minutos más, se apaga la candela y se deja enfriar para después colar todo y reservar esa agua olorosa y dulce.
Hasta tanto, se pica la piña en pedacitos cuadrados y se la pone a tomar punto. Igual se hace con el mamey Cartagena. Aparte, se hace un rico jugo de naranjilla y se pones a hervir, adicionándole jugo de mora.
Luego, se comienza a disolver la harina en el agua dulce, moviendo lenta y constantemente, se adiciona los jugos de las frutas y se sigue moviendo, hasta que empieza a hervir y se cocine la harina. A los cinco minutos, se echa las ciruelas, la piña, el mamey y los mortiños; hierve un poquito más, se decide el espesor, se prueba el dulzor y se corrige si fuere del caso.
Y ya tenemos la famosa y deliciosa colada morada, que puedes comerla caliente o fría, como mazamorra o como chicha, dependiendo de los gustos. A mí me gusta espesita, helada y comérmela con cucharita.
Esta deliciosa colada, en sus ingredientes une las tres regiones geográficas del Ecuador, ya que el ishpingo es la flor de la canela, árbol de nuestro Amazonía, que usan nuestros indígenas para perfumar sus chichas. El ataco, el cedrón y el arrayán, son hierbas de la Sierra, al igual que el maíz morado. Y las frutas provienen de todas las regiones.
Para mí, sin ciruelas, no hay colada morada aunque falten los mortiños. Pero segura estoy que algunos serranos, nunca habrán tomado colada morada con ciruelas y mamey Cartagena. Eso sí, todas las versiones son deliciosas y con ellas honramos a nuestros muertos que están presentes en nuestro corazón y que los sabemos vivos y esperando reunirse con nosotros.
CECILIA CALDERÓN /AGROECUADOR TV